Por segundo año consecutivo disminuye el presupuesto para educación (en 2010 el recorte fue de un 1,15 % y en este año será de un 4,8 %). No es ninguna novedad; se nos anuncia más de lo mismo, lo que conoce la Escuela Pública desde hace años: que la Comunidad de Madrid, cualquiera que sea el indicador que se maneje (gasto por alumno o gasto en relación con el PIB), ocupa uno de los últimos lugares en inversión educativa entre las CCAA, excepción hecha de los fondos públicos aplicados a la enseñanza privada concertada que vienen incrementándose año tras año. Sin embargo, no hay ninguna vacilación en gastarse, por ejemplo, 8 millones de € en publicitar algunas medidas como la enseñanza bilingüe o la ley de autoridad...
Este recorte del 4,8 %, que supone 231 millones de €, se aplicará a disminuir el importe medio de las becas (libros y comedor), reducir las rutas de transporte escolar, adelgazar el ya magro presupuesto en infraestructuras escolares, recortar la necesaria formación del profesorado; y, sobre todo, impedirá la contratación de nuevos profesores, disminuyendo la plantilla un 5 %, hecho paradójico en un curso en el que ha aumentado el número de alumnos, y que se añade al déficit endémico de profesorado para atender las necesidades educativas.
Además del aumento de las ratios de número de alumnos por aula (índice importante de calidad educativa), este recorte del presupuesto tendrá un efecto demoledor sobre la atención a la diversidad, es decir, sobre los alumnos con más necesidades o dificultades educativas y sobre el alumnado en general.
Programas o acciones como los desdobles en la ESO, los apoyos para materias pendientes, las aulas de enlace y apoyo en compensatoria, los programas de diversificación curricular, entre otras medidas de atención a la diversidad, quedarán afectadas. Es como si volviéramos a situaciones de hace 10 años. Finalmente, el objetivo, lógico y deseable, de disminuir el fracaso escolar, que se estima en nuestra Comunidad en un 25%, no se logrará.
La Comunidad y sus responsables políticos han aprovechado los rechazables recortes globales para añadir más leña al fuego de la disminución de la calidad de los derechos sociales de los ciudadanos, un toque de distinción muy querido por el neoliberalismo rampante que sufrimos. Es probable que la situación pueda paliarse en parte gracias al esfuerzo del profesorado, pero, ¿son buenos mimbres para la motivación del mismo una rebaja en el salario y una mayor carga de trabajo?
¿¡Hasta qué niveles de deterioro de la educación pública madrileña hay que llegar para que la comunidad educativa reaccione más decididamente!?
Este recorte del 4,8 %, que supone 231 millones de €, se aplicará a disminuir el importe medio de las becas (libros y comedor), reducir las rutas de transporte escolar, adelgazar el ya magro presupuesto en infraestructuras escolares, recortar la necesaria formación del profesorado; y, sobre todo, impedirá la contratación de nuevos profesores, disminuyendo la plantilla un 5 %, hecho paradójico en un curso en el que ha aumentado el número de alumnos, y que se añade al déficit endémico de profesorado para atender las necesidades educativas.
Además del aumento de las ratios de número de alumnos por aula (índice importante de calidad educativa), este recorte del presupuesto tendrá un efecto demoledor sobre la atención a la diversidad, es decir, sobre los alumnos con más necesidades o dificultades educativas y sobre el alumnado en general.
Programas o acciones como los desdobles en la ESO, los apoyos para materias pendientes, las aulas de enlace y apoyo en compensatoria, los programas de diversificación curricular, entre otras medidas de atención a la diversidad, quedarán afectadas. Es como si volviéramos a situaciones de hace 10 años. Finalmente, el objetivo, lógico y deseable, de disminuir el fracaso escolar, que se estima en nuestra Comunidad en un 25%, no se logrará.
La Comunidad y sus responsables políticos han aprovechado los rechazables recortes globales para añadir más leña al fuego de la disminución de la calidad de los derechos sociales de los ciudadanos, un toque de distinción muy querido por el neoliberalismo rampante que sufrimos. Es probable que la situación pueda paliarse en parte gracias al esfuerzo del profesorado, pero, ¿son buenos mimbres para la motivación del mismo una rebaja en el salario y una mayor carga de trabajo?
¿¡Hasta qué niveles de deterioro de la educación pública madrileña hay que llegar para que la comunidad educativa reaccione más decididamente!?
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